Cuando Vladimir Lenin murió en
1924, casi un millón de personas vinieron a la Plaza Roja a rendirle homenaje.
Hoy todavía es posible presentar nuestros respetos al padre de la Revolución en
su mausoleo, que está vigilado por soldados las 24 horas del día. Aunque
visitar el cuerpo embalsamado de Lenin puede ser una experiencia algo
apresurada –los soldados rusos pueden ser muy impacientes- ver su momia es una
de las experiencias más raras e increíbles de Moscú.
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